Pages

Thursday, November 28, 2013

Como los Estados Unidos acordaron con Irán

Coincido con mi amigo Abel en considerar que el acuerdo entre Irán y los Estados Unidos respecto al desarrollo nuclear del primero es un hito importante en la política internacional. El Washington Post publicó hace unos días un artículo de su columnista David Ignatius donde cuenta como se hizo ese arreglo. Lo traduje y lo dejo aquí porque me parece interesante.

PARA ACORDAR CON IRÁN: DIPLOMACIA SECRETA Y EFICAZ

Por David Ignatius

Bill Burns
Jake Sullivan
WASHINGTON – Hay que ver el acuerdo nuclear con Irán como una victoria del estilo –discreto, cerebral- del presidente Obama. Su enfoque cuidadoso le ha dado algunos disgustos en los últimos cinco años, pero el modo en que tejió el acuerdo del pasado fin de semana con Teherán fue impecable.

Esta fue una diplomacia secreta que Henry Kissinger seguramente apreciará. Obama comenzó por autorizar en marzo reuniones cuidadosamente ocultas. Fue a través de Omán, el país más opaco y discreto del Golfo Pérsico.

El presidente envió emisarios personales de bajo perfil, dos hombres quinta esencialmente grises, Bill Burns y Jake Sullivan, vicesecretario de Estado y consejero de seguridad nacional del Vicepresidente Biden, respectivamente.

Fue un clásico truco de magia: mientras se montaba el espectáculo de las conversaciones del P5+1, el verdadero trabajo se llevó a cabo en otro lugar - y fue presentado a los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania hace dos semanas en Ginebra como un hecho consumado.

No es extraño que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro de relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius se ofendieran.

Este acuerdo se llevó a cabo (como debe ser cualquier pieza seria de la diplomacia) fuera de la vista. Se les pidió que lo aprobaran después de concertado  y no fue ninguna sorpresa que lo rechazaran - Netanyahu encerrándose imprudentemente en un “no” inflexible y Fabius exigiendo públicamente más concesiones.

Hubo en el camino comentarios que celebraron la “independencia” de Fabius, al igual que los informes anteriores habían alabado la diplomacia rusa en Siria. Pero este crédito fue en gran parte ilusorio. En verdad, Irán y Siria ilustran la inmensa influencia que todavía tienen los Estados Unidos cuando usan sus herramientas diplomáticas con prudencia y con sigilo.

Una de las definiciones de un buen acuerdo estipula que es uno que cada lado le puede vender a su público como un triunfo y ese es el caso aquí. El trato parece ampliamente positivo para los EE.UU. y para Israel, consiguiendo la congelación del programa nuclear iraní y proporcionando inspecciones diarias para evitar cualquier engaño.

El mundo está más protegido hoy de una amenaza nuclear iraní que lo que estaba hace una semana.

Pero también es un buen negocio para Irán aunque eso moleste a los que querían una capitulación iraní. El acuerdo busca explícitamente una "solución global [que] le permitiría a Irán disfrutar plenamente de su derecho a la energía nuclear con fines pacíficos bajo los artículos pertinentes del TNP [Tratado de No Proliferación Nuclear]", incluyendo "un programa de enriquecimiento [de uranio] alcanzado por mutuo acuerdo”. El lenguaje es lo suficientemente difuso como para que los EE.UU. pueden reclamar que no se ha aprobado un "derecho a enriquecer" - pero aquí se centra la crítica de Israel. El derecho de enriquecimiento ha sido concedido prospectivamente, nunca será rescindido, ni nunca más servirá de base para una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU condenando a Irán.

Esta concesión, el derecho al enriquecimiento, es compensada por las limitaciones puestas en el corto plazo al programa iraní: son más fuertes de lo que muchos analistas esperaban. Durante los siguientes seis meses, los iraníes podrán en naftalina algunas centrífugas, retrasarán la instalación de otras, desconectarán  los enlaces entre las cascadas de centrifugas que serían necesarias para el enriquecimiento a nivel “de bomba” y aceptarán una inspección diaria sin precedentes de sus instalaciones anteriormente encubiertas en Natanz y Fordow.

¿Podrían los iraníes embolsarse los modestos 7 mil millones de dólares que recibirán como alivio de las sanciones y retomar en seis meses su capacidad de fabricar bombas? Es ciertamente posible. Pero tal ruptura del acuerdo aumentaría las posibilidades de un ataque militar de los Estados Unidos.

Kissinger definió la cuestión cuando me dijo en 2006 que "Irán tiene que tomar una decisión: ¿quiere ser una nación o quiere ser una causa?" Este acuerdo, negociado en secreto con el antiguo "Gran Satán", parece ser el comienzo del camino para alejarse del aislamiento revolucionario hacia ser una nación iraní que se compromete con Occidente para darle un marco de seguridad a esa región tan volátil. Irán puede pensar que puede jugar a dos puntas - desestabilizar la región mientras negocia con los EE.UU. Pero eso no es probable que funcione. Como una encrucijada en la carretera, Irán podría tratar de ir en ambas direcciones a la vez, pero si los EE.UU. e Israel están vigilantes eso no va a funcionar.

El acuerdo alcanzado el pasado fin de semana es frágil. Puede darse vuelta del revés, puede falsearse o enmascarar actividades secretas. En la mayoría de los acuerdos, el lema es  “confiar pero verificar ". En este caso quizás tenga que ser: "desconfíe y verifique”.

Pero es el comienzo de un proceso que puede hacer que el mundo sea un lugar menos peligroso. Obama, el comandante en jefe encubierto, mostró una vez más que trabaja mejor cuando nadie lo mira.

 ©2013 Washington Post Writers Group