Pages

Tuesday, January 22, 2013

Discurso inaugural del Presidente Obama

Esta es la traducción al castellano del discurso completo del  Presidente Obama al inaugurar su segundo período de gobierno.
Señor vicepresidente Biden, señor Presidente de la Corte Suprema, miembros del Congreso de los Estados Unidos, invitados especiales, conciudadanos:
Cada vez que nos reunimos para inaugurar un presidente, damos testimonio de la fuerza perdurable de nuestra Constitución. Afirmamos la promesa de nuestra democracia. Recordamos que lo que une a esta nación en su conjunto no son los colores de nuestra piel o los principios de nuestra fe o los orígenes de nuestros nombres. Lo que nos hace excepcionales -lo que nos hace estadounidenses - es nuestra fidelidad a una idea, articulada en una declaración hecha hace más de dos siglos atrás:
"Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la felicidad".
Hoy continuamos un viaje sin fin, para adecuar el significado de esas palabras a las realidades de nuestro tiempo. Pues la historia nos dice que si bien estas verdades pueden ser evidentes, nunca han progresado automáticamente; la libertad es un don de Dios, sí, pero debe ser afirmada por su pueblo aquí en la Tierra. Los patriotas de 1776 no lucharon para reemplazar la tiranía de un rey con los privilegios de unos pocos o la presión de una turba. Nos dieron una República, un gobierno de, y por, y para el pueblo, confiando a cada generación el mantener a salvo nuestro credo fundacional.
Por más de doscientos años lo hemos hecho.
Por las buenas y por las malas aprendimos que ninguna sociedad fundada en los principios de libertad e igualdad puede sobrevivir si es sólo mitad libre y mitad esclava. Tuvimos que rehacernos y prometernos que avanzaríamos todos juntos.
Juntos decidimos que una economía moderna requiere ferrocarriles y carreteras para acelerar los viajes y el comercio; que necesitábamos escuelas y universidades para formar a nuestros trabajadores.
Juntos descubrimos que un mercado libre sólo prospera cuando hay normas que garanticen la competencia y el juego limpio.
Juntos resolvimos que una gran nación debe cuidar a los débiles y proteger a su pueblo de los peores peligros y desgracias de la vida.
A pesar de todo, nunca hemos renunciado a ser escépticos de la autoridad central ni hemos sucumbido a la ficción de que todos los males de la sociedad se pueden curar sólo con acciones de gobierno. Nuestra celebración de la libre iniciativa, nuestra insistencia en la importancia del trabajo duro y la responsabilidad personal, son constantes en nuestro carácter. Pero siempre hemos entendido que cuando los tiempos cambian, nosotros también debemos hacerlo, que la fidelidad a nuestros principios fundamentales exige nuevas respuestas a los nuevos desafíos, que la preservación de nuestras libertades individuales, en última instancia, requiere una acción colectiva. Pero el pueblo estadounidense no puede satisfacer por sí solo las demandas del mundo de hoy, así como nuestros soldados no hubieran podido enfrentar el fascismo y el comunismo armados únicamente con mosquetes y milicias. Ninguna persona puede entrenar por si sola a todos los maestros de matemáticas y ciencias que necesitamos para equipar a nuestros niños para el futuro, o construir las carreteras y las redes y laboratorios de investigación que aportarán nuevos empleos y empresas a nuestras costas. Ahora, más que nunca, debemos hacer estas cosas juntos, como una sola nación y un solo pueblo.
Esta generación de estadounidenses ha sido probada por las crisis que fortalecieron nuestra determinación y demostraron nuestra capacidad de recuperación. Una década de guerra está terminando. Una recuperación económica ha comenzado. Las posibilidades de los Estados Unidos son ilimitadas, ya que poseemos todas las cualidades que demanda este mundo sin fronteras: la juventud y la unidad, diversidad y apertura, una capacidad infinita para el riesgo y el don de la reinvención. Mis conciudadanos, estamos hechos para este momento, y podemos aprovecharlo -siempre y cuando lo aprovechemos juntos.
Nosotros, el pueblo, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando cada vez menos la pasan crecientemente mejor y cada vez más viven mal. Creemos que la prosperidad de los Estados Unidos debe descansar sobre los hombros de una clase media en ascenso. Sabemos que los Estados Unidos prosperan cuando cada persona puede sentirse libre y orgullosa de su trabajo, cuando los salarios producto del trabajo honesto liberan de penurias a las familias. Sólo somos fieles a nuestro credo cuando una niña que nace en la pobreza sabe que tiene las mismas posibilidades de tener éxito como cualquier otra persona, porque es una estadounidense libre y porque es igual no sólo a los ojos de Dios sino también a los nuestros.
Entendemos que los programas caducos son insuficientes para las necesidades de nuestro tiempo. Debemos aprovechar las nuevas ideas y tecnología para rehacer nuestro gobierno, reformar nuestras leyes impositivas, nuestras escuelas, y tenemos que proveer a nuestros conciudadanos los conocimientos que necesitan para trabajar mejor, aprender más y llegar más alto. Los medios van a cambiar pero nuestro propósito perdura: una nación que premia el esfuerzo y la determinación de todos y cada uno. Eso es lo que este momento requiere. Eso es lo que va a dar verdadero sentido a nuestro credo.
Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que todo ciudadano merece un básico de seguridad y dignidad. Tenemos que tomar decisiones difíciles para reducir el costo de la atención médica y el tamaño de nuestro déficit. Pero rechazamos la creencia de que los Estados Unidos deben elegir entre cuidar a la generación que construyó este país o invertir en la generación que va a construir el futuro. Recordamos las lecciones de nuestro pasado, cuando los jubilados vivían en la miseria y los padres de un niño discapacitado no tenían adónde recurrir. No creemos que en este país la libertad este reservada para los afortunados o la felicidad para unos pocos. Somos conscientes de que no importa cuán responsablemente vivamos nuestras vidas, cada uno de nosotros, en cualquier momento, puede tener que enfrentarse al desempleo o a una enfermedad repentina o a una vivienda barrida por una tormenta terrible. Los compromisos que tomamos para el bienestar de nuestros semejantes -a través de Medicare y Medicaid y el Seguro Social- no debilitan nuestra iniciativa, sino que nos fortalecen. No nos hacen una nación de parásitos, sino que nos liberan para así poder asumir los riesgos que hacen grande a este país.
Nosotros, el pueblo, todavía creemos que nuestras obligaciones como estadounidenses no son sólo para nosotros, sino para toda la posteridad. Vamos a responder a la amenaza del cambio climático, sabiendo que el no hacerlo sería traicionar a nuestros hijos y a las generaciones futuras. Algunos todavía pueden negar el juicio abrumador de la ciencia, pero nadie puede evitar los efectos de los incendios que destruyen y las sequías que asolan y las tormentas que devastan. El camino hacia nuevas fuentes de energía sostenible será largo y difícil a veces. Pero los Estados Unidos no pueden oponerse a esta transición, tienen que encabezarla. No podemos ceder a otras naciones la iniciativa respecto a la tecnología que proporcionará nuevas energías y nuevas industrias -debemos reclamarla. Así es como vamos a mantener nuestra vitalidad económica y nuestro tesoro nacional - nuestros bosques y cursos de agua, nuestras tierras de cultivo y nuestros picos nevados. Así es como vamos a preservar nuestro planeta, que Dios nos encargó proteger. Eso dará sentido a la fe de nuestros padres.
Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que la seguridad y la paz duraderas no requieren de guerra perpetua. Nuestros valientes hombres y mujeres de uniforme, templados por las llamas de la batalla, no tienen igual en habilidad y coraje. Nuestros ciudadanos, sensibles al recuerdo de aquellos que hemos perdido, conocen muy bien el precio que se paga por la libertad. El conocimiento de su sacrificio nos mantendrá siempre vigilantes contra aquellos que nos hacen daño. Pero también somos herederos de los que ganaron la paz y no la guerra, que convirtieron enemigos jurados en amigos confiables y tenemos también ahora que aprovechar sus lecciones.
Vamos a defender a nuestro pueblo y defender nuestros valores a través de la fuerza de las armas y el imperio de la ley. Vamos a mostrar el coraje para tratar de resolver nuestras diferencias con otras naciones pacíficamente- no porque seamos ingenuos sino porque los compromisos mutuos pueden disipar sospechas y miedos. Estados Unidos seguirá siendo el ancla de alianzas fuertes en todos los rincones del mundo, y vamos a renovar las instituciones que amplían nuestra capacidad para gestionar las crisis en el extranjero ya que nadie tiene una participación mayor en un mundo en paz que su nación más poderosa. Vamos a apoyar la democracia desde Asia a África, desde las Américas hasta el Medio Oriente, porque nuestros intereses y nuestra conciencia nos obligan a actuar en nombre de aquellos que anhelan la libertad. Y debemos ser una fuente de esperanza para los pobres, los enfermos, los marginados, las víctimas de los prejuicios - no por mera caridad, sino porque la paz en nuestro tiempo requiere el constante avance de los principios que nuestro credo común describe: la tolerancia y las oportunidades, la dignidad humana y la justicia.
Nosotros, el pueblo, declaramos hoy que la más evidente de las verdades -que todos somos creados iguales- es la estrella que nos guía aún, del mismo modo que guió a nuestros antepasados a través de Seneca Falls(x) y Selma(xx) y Stonewall(xxx), del mismo modo que guió a todos aquellos hombres y mujeres, conocidos y desconocidos que dejaron huellas a lo largo de este gran espacio para escuchar a un predicador decir que no podemos caminar solos y para oír que Martin Luther King proclamaba que nuestra libertad individual está inextricablemente ligada a la libertad de cada alma en la Tierra.
Es la tarea de nuestra generación el llevar a cabo lo que los pioneros comenzaron. Pero nuestro viaje no estará completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres e hijas pueden ganar lo mismo que nosotros en el mercado de trabajo. Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros hermanos y hermanas gays sean tratados como cualquier otra persona -porque si verdaderamente fuimos creados iguales, entonces seguramente el amor con que nos comprometemos unos a otros debe ser igual también. Nuestro viaje no estará completo hasta que ningún ciudadano esté obligado a esperar durante horas para ejercer el derecho al voto. Nuestro viaje no estará completo hasta que encontremos una mejor manera de recibir a los inmigrantes esperanzados que aún ven a los Estados Unidos como una tierra de oportunidades, hasta que brillantes jóvenes estudiantes e ingenieros se den de alta en nuestra fuerza de trabajo en lugar de que los expulsemos de nuestro país. Nuestro viaje no estará completo hasta que todos nuestros niños, desde las calles de Detroit hasta las colinas de los Apalaches o en las calles tranquilas de Newtown, sepan que los cuidamos y apreciamos y que están a salvo de cualquier daño.
Esa es la tarea de nuestra generación -hacer estas palabras, estos derechos, estos valores de la vida y la libertad, y la búsqueda de la felicidad- reales para todos los estadounidenses. Ser fieles a nuestros documentos fundacionales no nos obliga a estar de acuerdo en todo, a definir la libertad exactamente de la misma manera, o a seguir el mismo camino a la felicidad. El progreso no nos obliga a resolver siglos de debates sobre el papel del gobierno - pero nos obliga a actuar en nuestro tiempo.
Ahora hay decisiones que tomar y no podemos permitirnos un retraso. No podemos confundir el absolutismo con los principios ni el espectáculo con la política ni pretender que los insultos son una forma de debate.
Debemos actuar, sabiendo que nuestro trabajo va a ser imperfecto. Debemos actuar, sabiendo que las victorias de hoy serán sólo parciales y que corresponderá a los que estén aquí dentro de cuatro y dentro de cuarenta y dentro de cuatrocientos años impulsar el espíritu nacido en una austera habitación de Filadelfia.
Conciudadanos, el juramento que he prestado ante ustedes hoy, como el mencionado por otros que sirven en este Capitolio, fue un juramento a Dios y al país, no a un partido o una facción - y debemos ejecutar fielmente esa promesa durante el resto de nuestro servicio. Pero las palabras que he hablado hoy no son tan diferentes del juramento que hace cada soldado cuando se enrola o cada inmigrante cuando cumple su sueño. Mi juramento no es diferente al que todos le hacemos a la bandera que ondea sobre nosotros y que nos llena de orgullo el corazón.
Son las palabras de los ciudadanos y representan nuestra mayor esperanza.
Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos el poder para fijar el rumbo de este país.
Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos la obligación de encarar los problemas de nuestro tiempo -no sólo emitiendo el voto, sino también levantando nuestras voces en defensa de nuestros valores más antiguos y nuestros ideales más perdurables.
Abracemos cada uno de nosotros como un deber solemne y con gran alegría lo que es nuestro derecho desde el nacimiento. Con el esfuerzo y un propósito comunes, con pasión y dedicación, respondamos el llamado de la historia, y encaremos el futuro incierto con la preciosa luz de la libertad.
Gracias, que Dios los bendiga a ustedes y que por siempre bendiga a los Estados Unidos de América.
El Presidente Obama jura sobre las biblias de Abraham Lincoln y Martin Luther King, sostenidas por su esposa. En el extremo derecho de la foto, con una cara de culo que es un poema, el presidente de la Cámara, Michael Boehner (republicano).

Jura su cargo el vicepresidente, Joe Biden. A su pedido, el juramento le es administrado por Sonia Sotomayor, la primera Jueza hispana de la Suprema Corte

(x) Seneca Falls: en 1848 se efectúa allí la primera reunión feminista en la historia de USA. (xx) Selma, Alabama: en 1965 se inician en esa ciudad dos históricas marchas por los Derechos Civiles. (xxx): Stonewall: bar en Greenwich Village frecuentado por homosexuales que una noche en 1969, cansados de los raids policiales para acosarlos y robarles, rechazan a pedradas otra incursión de la policía, que se ve obligada a huir. El bar es actualmente Monumento Histórico de la ciudad de New York.