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Thursday, February 18, 2016

¿EL PRESIDENTE OBAMA VA TAMBIÉN A BUENOS AIRES?


Acabo de enterarme y me parece un serio error. Y yo que estaba tan contento con su visita a Cuba...

VUELOS A CUBA (SEGUNDA PARTE) 

 

Bueno, ahora resulta que uno de los primeros en hacer uso de los nuevos vuelos a Cuba será el Presidente Obama: informó hoy la Casa Blanca que el Presidente y su esposa volarán a Cuba el 21 de marzo. La información está aquí.


El Secretario de Estado, John Kerry y el Encargado de Negocios, Jeffrey de Laurentiss, observan como infantes de marina izan la bandera de los Estados Unidos en la residencia del embajador en La Habana (Agosto 14, 2015).

Wednesday, February 17, 2016

VUELOS A CUBA


La oficina de comunicaciones de la Casa Blanca y el Departamento de Transporte difundieron hoy esta imagen, celebrando el restablecimiento de la conexión aérea regular entre los Estados Unidos y Cuba:


Ustedes sabrán disculpar por la insignificancia de este anuncio, pero estoy empeñado en "resucitar" mi blog después de casi nueve meses de letargo y al ver esta noticia esta mañana decidí que tenía que comenzar. No importa con qué, pero comenzar.
Ah, sí, me olvidaba: noventa millas aéreas (o marítimas) equivalen a 162 kilómetros, menos de la mitad de la distancia entre Mar del Plata y Buenos Aires.
 

Thursday, June 25, 2015

Los asesinatos en Charleston y la Era de Obama



El pasado miércoles 17 por la noche un joven blanco de 21 años, Dylann Storm Roof, se sentó en uno de los bancos posteriores de la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur y durante una hora escuchó las oraciones de los concurrentes. Luego se puso de pie, sacó un arma y mató a nueve personas, entre ellos al pastor de la iglesia, Clementa Pinckney, que también era senador en la legislatura del estado. Le oyeron gritar, mientras disparaba, “Ustedes violan a nuestras mujeres y están tomando control de nuestro país. Tienen que irse”.
La masacre repercutió en todo el país, especialmente en el Sur, donde hasta los gobernadores republicanos de varios estados decidieron comenzar a eliminar de los lugares públicos la bandera de la Confederación, uno de los símbolos de la esclavitud que defendieron esos mismos estados y por la cual entablaron la Guerra Civil que perdieron hace 150 años.
David Remnick, el director de The New Yorker –sin duda la mejor revista que se publica en este país-, escribió un editorial sobre el tema.
Aquí está:

Charleston y la Era de Obama


Los asesinatos en Carolina del Sur no fueron fortuitos o meramente trágicos: fueron específicamente racistas. Fueron crímenes políticos.

Entre 1882 y 1968, año en que Martin Luther King, Jr. fue asesinado, tres mil cuatrocientos cuarenta y seis hombres, mujeres y niños negros fueron linchados en este país, una práctica tan cruel y frecuente que, en 1901, Mark Twain sintió que debía escribir un ensayo titulado "Los Estados Unidos del Linchamiento” (Twain archivó el ensayo y los planes para un libro sobre el tema  porque, según le dijo a su editor, “si  sigo adelante, no me va a quedar ni medio amigo en el Sur”). Estos miles de asesinatos, ya estudiados por el Instituto Tuskegee y otros, fueron un medio para mantener vigente la supremacía blanca en los ámbitos político y económico.  Sirvieron para aterrorizar a hombres negros que podrían atreverse a dormir con mujeres blancas o siquiera a dirigirles la palabra, y para silenciar a los niños negros que, como en el caso de Emmett Till, eran considerados "insolentes".
Ese legado de extrema crueldad y el asesinato impune como un medio de ejercer el control político y físico de los afroamericanos no pueden estar lejos de nuestras mentes en este momento. Nueve personas fueron asesinadas a tiros en una iglesia de Charleston. ¿Cómo es posible, al leer acerca del presunto asesino, Dylann Storm Roof, posando oscuramente en una foto en su página de Facebook, con las banderas de las racistas Rhodesia y Sudáfrica del apartheid cosidas a su chaqueta, no pensar que hemos sido testigos de un linchamiento?  Es cierto, Roof no blandió una soga con nudo corredizo ni fue respaldado por una multitud vociferante de miembros del Klan, como tan a menudo fue el caso en el apogeo de la época de los linchamientos. La investigación posterior puede poner por lo menos parte de la culpa por sus acciones en una forma de enajenación u otra. Pero  la evidente sensación de cálculo y planificación, lo que un testigo oyó que era el propósito del asesino cuando  apuntó con su arma- "ustedes violan a nuestras mujeres y están tomando control de nuestro país”,  eran el eco de  algunas de las mismas ansiedades, resentimientos y odios raciales que alimentaron los linchamientos de una época anterior.
Pero las palabras atribuidas al tirador son un retroceso y a la vez completamente contemporáneas: uno reconoce la retórica de la extrema reacción y el racismo oído tantas veces en la era de Barack Obama. Su lenguaje se hizo eco de los epítetos apenas velados lanzados contra Obama en las campañas de 2008 y 2012 ("Queremos que nos devuelvan nuestro país!") Y la basura que arrojaron como respuesta (@POTUS) cuando  el mes pasado el Presidente Obama inauguró su cuenta de Twitter. "Todavía colgamos por traición no es así?", Un tal @ jeffgully49, escribió “¿No es que todavía colgamos a los traidores?” y también publicó una imagen del Presidente con una soga en torno al cuello.
Carolina del Sur ha experimentado enormes cambios en las décadas desde la época de Jim Crow, pero es difícil ignorar el entorno, la atmósfera en que se produjo esta masacre. Hace siete años, cuando Obama estaba haciendo campaña en Carolina del Sur, el columnista de New York Times Bob Herbert visitó el estado, se encontró con la bandera de la Confederación flameando en los terrenos del Capitolio del Estado y, cerca, una estatua de Benjamin (Pitchfork Ben) Tillman, un  gobernador y senador de la época de la Reconstrucción que defendía la supremacía blanca y el linchamiento de afroamericanos, diciendo: "Estamos privando del derecho al voto a todos los negros que podemos."
"Nosotros en el Sur nuca hemos reconocido el derecho de los negros a gobernar a los hombres blancos y nunca lo haremos", dijo Tillman, desde el recinto del Senado de Estados Unidos. "Nunca hemos creído que el negro sea igual al hombre blanco, y si uno de ellos intenta satisfacer su lujuria violando a nuestras mujeres o a nuestras hijas, lo lincharemos".
Todavía no sabemos en que medida Roof era consciente de las dimensiones históricas de su horrible acto; sigue siendo un sospechoso y apenas estamos comenzando a conocerlo mejor.  Pero ningún asesino podría haber seleccionado una escena más sagrada para su crimen. La Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel fue fundada a principios del siglo XIX para ser el corazón de la comunidad negra de Charleston, cuando hombres y mujeres negros trataron de formar un refugio espiritual y político divorciado de las instituciones opresivas blancas a su alrededor. Uno de los fundadores de la A.M.E. Emanuel fue Dinamarca Vesey, un predicador, carpintero, y ex esclavo que había comprado su libertad y que, en 1822, fue ejecutado por su papel en la planificación de una revuelta de esclavos en Charleston. La A.M.E. no sólo era el hogar espiritual de los tres hombres y seis mujeres que Roof mató, sino también el de figuras como Frederick Douglass, Sojourner Truth, Eliza Ann Gardner, y Harriet Tubman.
No pequeña parte de nuestra indignación y dolor, particularmente la indignación y el dolor de los afroamericanos, es la forma en que los asesinatos de Charleston forman parte de un panorama más amplio de la vida estadounidense, en el que los hombres y las mujeres de raza negra, mientras cumplen sus tareas cotidianas, tienen tan poca confianza en su propia seguridad. Un evento terrible tras otro refuerza el sentido de que las instituciones políticas y la aplicación de la ley del país no los protegen a ellos igual que a los blancos.  En Charleston, el asesino parecía decidido a maximizar tanto el derramamiento de sangre como el simbolismo que revistió su acto; el asesinato tuvo lugar en un refugio espiritual, supuestamente el más seguro de los lugares. Es como si el asesino quiso subrayar la vulnerabilidad de sus víctimas, para enfatizar su indefensión y la naturaleza racista de este acto de terror.
Viendo a Obama pronunciar su discurso el jueves sobre los asesinatos en Charleston, no se podía dejar de advertir cómo controlaba sus emociones y como, una vez más, se sentía obligado a moderar su propio discurso, cuidando de no pronunciar una frase que pudiera, Dios no lo permita, llevarlo a perder la ecuanimidad. Recordé esa frase de James Baldwin: “Ser un negro en este país y ser relativamente consciente es estar furioso casi todo el tiempo". La declaración de Obama también me hizo pensar en "Entre el mundo y yo", un extraordinario libro de próxima publicación de Ta-Nehisi Coates, en el que escribe una carta apasionada a su hijo adolescente, una carta tanto amorosa como llena de temor- recordándole la historia de la violencia estadounidense contra el negro, la extrema vulnerabilidad de los jóvenes negros, sometidos  a arrestos ilegales, a la violencia policial y al desproporcionado encarcelamiento
Obama nunca se permite a sí mismo el tipo de cruda honestidad que se lee en los escritos de Baldwin y Coates -o de Jelani Cobb y Claudia Rankine y tantos otros. Obama tiene un trabajo diferente; tiene diferentes parámetros. Pero, a pesar de toda su presidencial moderación, se podía leer en su rostro la tristeza, la ira y la cautela cuando se situó en el podio; se podía oír en lo que tenía que decir. "He tenido que hacer muchas veces declaraciones como esta". Era como si apenas pudiera creer que una vez más tenía que encontrar un lenguaje para hacer justicia a este tipo de violencia. Pareció que iba más allá de lo habitual. Por encima de todo, insistió en que los asesinatos en masa, como el de Charleston, son, en gran medida, políticos. Este es el punto crucial. Estos asesinatos no fueron al azar o simplemente trágicos; fueron deliberadamente racistas, fueron políticos. Obama dejó en claro que las acciones cínicas de tantos políticos -su negativa a contradecir a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y a promulgar leyes más estrictas sobre posesión de armas de fuego, su falta de voluntad para combatir el racismo en cualquier forma que arriesgue perder algunos votos- tienen consecuencias sangrientas.
"No tenemos todos los hechos", dijo, "pero sí sabemos que, una vez más, personas inocentes fueron asesinadas en parte porque alguien que quería infligir daño no tuvo problemas para conseguir un arma. ... En algún momento, nosotros como país vamos a tener que afrontar el hecho de que este tipo de violencia masiva no sucede en otros países avanzados. No sucede en otros lugares con este tipo de frecuencia”. Sobre el vínculo entre raza y política fue más sutil, pero no escatimó vincular el caso a "una parte oscura de nuestra historia", a eventos como el atentado contra la iglesia de Birmingham en 1963.
Como muchos otros, a menudo he tratado de imaginar cómo funciona la mente de Obama en estos momentos. Después de una entrevista en la Oficina Oval, me confesó que era reacio a responder a algunas de mis preguntas sobre cuestiones raciales de forma más completa o con menos cautela, porque así como una palabra perdida de él sobre, por ejemplo, la política monetaria, podría afectar a los mercados financieros, del mismo modo una palabra dura sobre la raza podría afectar el temperamento político del país.
Obama es un presidente imperfecto, pero su sentido de la perspectiva histórica está bien desarrollado. Da indicios de creer de que su papel más importante en la historia de las cuestiones raciales de los Estados Unidos fue su elección en noviembre de 2008, y, casi tan importante, su reelección, cuatro años más tarde. Para millones de estadounidenses, su triunfo fue una inspiración. Pero para algún número incalculable de otros, sigue siendo una fuente de enorme resentimiento, un tipo de amenaza que es capaz, en algunos, de despertar los prejuicios más bajos.

Obama odia hablar de esto. Se deja muy poco margen. Quizás eso cambie  cuando ya sea un ex-Presidente dedicado a escribir sus memorias. Cuando era joven escribió un libro acerca de su evolución personal, sobre su identidad, sobre encontrar su comunidad en una iglesia negra, sobre encontrar un hogar –en su caso, en el distrito sur de Chicago, con una joven abogada llamada Michelle Robinson. Será más que interesante ver lo que esté dispuesto a decirnos –decirnos con total libertad- sobre ser el foco de tanta esperanza, pero también el blanco  de la ira racial, tanto la que flota en el ambiente como la organizada: el movimiento birther, las amenazas de muerte, los intentos de dificultar el voto a las minorías, los artículos, libros y películas que lo acusan de  todo, tanto de ser un socialista radical post-colonial de Kenia, como de haber sido un drogadicto no arrepentido en la Universidad. Esta ha sido la Era de Obama, pero hemos aprendido una y otra vez que esto para nada ha significado el fin del racismo en América. Ni de casualidad. Dylann Roof, trágicamente, parece ser otro terrible recordatorio de eso.
Casi toda Carolina del Sur estuvo de duelo el jueves. Las banderas estaban a media asta. Excepto la bandera de la Confederación, por supuesto, que flameó cerca de la entrada al edificio donde Tillman sigue en pie y donde se escriben las leyes del estado.

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